EDUCACION EN EL HUMANISMO Y
EN EL RENACIMIENTO
El mito se formó de una edad de oro revuelta
contra la barbarie, de una edad nueva, resplandeciente de luz civil e inspirada
en el mundo greco-romano, contra las tinieblas en las que la humildad se había sumergido
en la edad de los groseros godos medievales.
En esta época
estaba en crisis la autoridad política y religiosa del imperio y de la iglesia,
y un nuevo espíritu tendía a demoler, cada vez con mayor furia en el terreno de
la razón, el valor científico de la biblia, de la escolástica y de Aristóteles.
En efecto, a pesar de recurrir siempre a San Agustín
y a la mística, la educación clásica, tan cortejada por él como por Salutati y
Bruni, está fundada totalmente sobre una actitud esencialmente humana.
Los científicos y filósofos del renacimiento
adoptan una actitud contra los doctores de memoria que se consume sobre los
libros de los demás y no saben levantar los ojos hacia las mismas obras de la
naturaleza.
Se vuelve a aceptar el programa educativo del
orador romano, sobre el que Cicerón y Quintiliano habían razonado tanto, la gramática
y la retórica, la historia, la poesía, la filosofía, la filología y la
elocuencia.
Las renovadas exigencias del propio espíritu. La exaltación
del individuo que confiado en sus fuerzas, trata de emprender el camino de la
fama y de la gloria en cualquier campo, se evidencia también en la doctrina maquiavélica
del estado, creación genial del príncipe, como en la observación de los hechos
y en el ritmo vertiginoso de los descubrimientos geográficos.
La educación humanista era esencialmente formal:
la mecánica repetición de la lógica decadente era sustituida por la alegría de
la libre interpretación de los clásicos, con lo cual se acrecentaba el
gusto y la sensibilidad estética del
individuo de tal manera, que sus bases fueron sobre todo literarias e históricas.
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